Y ahora, una hermosa y romántica escena. Dos pre-adolescentes acostados en el suelo, en la grama, viéndose el uno al otro. Una niña hermosa de pelo negro a la izquierda y un lindo niño rubio a la derecha, él tiene once años y ella doce.
Están acostados mirandose a los ojos muy enamorados, respirando lenta y profundamente, felices observándose, casi sonriendo pero como conteniendose de algo, contemplandose aguantando hasta su sonrisa, pero lentamente, después de no poder contener la tensión entre ambos la niña besa al niño con un corto y lindo besito de piquito en los labios. Él sonríe.
Dos suspiros después, se libera una pasión más desenfrenada, ella lo besa de nuevo y de nuevo y de nuevo; lo muerde a él en el labio suavemente, luego en las mejillas. Él también la besa pero con más calma.
Ella inmediatamente lo muerde de nuevo en la mejilla, con más pasión, sonriendo pícaramente, solo un poco más duro que la vez anterior y manteniendo apretado un pequeño pedacito de su piel con la punta de sus dientes por unos segundos, con fuerza, con fuerza tal que llegó al punto de arrancarle un mínimo trocito de su mejilla dejándole una marca, por donde brota una gota de sangre pequeñita.
El niño empieza a sudar en exceso y sus besos dejan se ser tan apasionados, toda su frente está llena de gotas de sudor y cierra los ojos con una expresión de malestar, como que se siente enfermo, empieza a perder fuerza y deja de responder a los besos y mordiscos que ella le da, que cada vez son más y más intensos, mientras que su enamorada le sigue mordiendo y arrancando insaciablemente más pedazos de su piel, de su cuello, de su boca y mejillas; Pero al darse cuenta que él no respondía igual, ella empieza a preocuparse, lo llama por su nombre y le pregunta desesperadamente sin dejar de morderlo y besarlo «¿que tienes?, ¿que te pasa?, ¿Estás bien?» Él no responde, y ella se altera y siente más miedo, pero no deja de mordisquearlo, de romperlo por todos lados incluso arañarlo, clavándole las uñas en los brazos y en el pecho. Le sigue preguntando si está bien, que porque no abre los ojos, «¡¿POR QUE NO DESPIERTAS?!» Le dice, mientras arranca sus párpados a mordiscos pero él no hace nada, solo sufre en silencio, sin moverse como inconsciente y esto sigue así por un minuto y medio hasta que finalmente el niño sin piel, sin cara, sin ojos ya en el hueso, con la calavera, la tráquea y la parte frontal de algunas costillas casi totalmente descubiertas intenta decirle con su último aliento a su amada bañada en sangre que está bien, que aún está despierto, pero como ya no tiene lengua ella no logra entenderlo….
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