En este artículo hablamos de los aforismos y ahora vamos a considerar el trabajo de un filósofo muy controversial y a la vez, importante para el pensamiento del hombre contemporáneo. Friedrich Nietzsche (1844 – 1900) fue un filósofo incómodo, desafiante y con una particular forma de escribir: mensajes directos, usó el aforismo como sus influencias griegas, que estudió en muchas de sus obras.
Sus libros, bastante particulares, algunos muy cortos y otros bastante largos, tienen sin embargo, una característica en común: usa oraciones cortas y precisas. Es más, en sus libros, el discurso está compuesto de aforismos.
Los aforismos de Nietzsche
“Dios ha muerto. ¡Viva el hombre, que lo ha matado!”, Dijo en una de sus obras más conocidas, Así hablaba Zarathustra (1883). ¿Cuál es el tema de este filósofo? Se interesó nada más y nada menos que en el tema de la sabiduría; en separar el conocimiento común, que se adquiere en una academia, del saber ético que debe tener una persona, si acaso quiere ser libre y prosperar.
“Si las miradas bastaran para matar, ya habríamos muerto hace tiempo.” Dice en otro de sus libros, Humano, demasiado humano (1878). Volviendo al aforismo del párrafo anterior, no implica un llamado al ateísmo; sino más bien, cómo ha venido pensando la humanidad lo que es Dios, sobre todo con la influencia del cristianismo.
Y si has sido observador, entre ambos aforismos hay un elemento común, que es también uno de los temas de Nietzsche: la muerte. ¿Qué tipo de muerte? No es lógico pensar en la natural: Dios no muere, las miradas no matan: es un símbolo que nos lleva a otra cosa: al olvido, borrar algo de la conciencia.
La idea de Nietzsche es desechar la imagen común que tenemos de Dios, y por tanto, de las personas. Esa imagen donde cada uno debe humillarse para rendirse a los otros. Dar para recibir.
Lo cual, para este filósofo, no es más que una hipocresía que oculta el aberrante sentimiento de la envidia al prójimo: aquel, señala Nietzsche, que se separa del grupo, de inmediato se convierte en el blanco de las miradas y juicios de las mayorías, esas miradas que si mataran, hace tiempo estaríamos muertos.
Piensa, luego actúa
Entonces, llama a pensar libremente. ¿Quieres creer en Dios? ¡Bien! ¿No crees que Dios exista? ¡Bien! Esta pregunta no es importante para él: lo central es lo que consideres, lo que has creado en tu interior: es decir, tu concepto, tu definición.
Y esto, es la clave para llegar a la sabiduría: la propia capacidad que tengas para definir en tus propios términos, con tus propias palabras, lo que es cada cosa que está en tu mundo.
No pienses en Dios tal como te lo han enseñado, porque no te han enseñado nada, sino una imagen muy distorsionada y prejuiciada. Lo necesario es pensar en tu propia experiencia, en tus propias ideas y cómo tu mundo puede concebir la existencia de Dios.
Pensar, negocios riesgosos
Para Nietzsche, este trabajo no es menor ni trivial. Es algo crucial que muchos evitan, de manera más o menos consciente. Que muchos prefieren escuchar y creer lo que otros dicen, o tomar un montón de conocimientos que ni les consta; pero como todos creen en eso, es cómodo seguir al rebaño.
“El mucho leer embota, y también que hay gente que lee para no pensar.” Dice otro de los aforismos de Nietzsche. Es curioso que atinara en algo que se ha visto mucho: gente con cantidad de conocimientos, pero incapaz de tomar decisiones simples, éticas. Por no hablar de ser capaces de cometer atrocidades contra la humanidad.
Ante esto, el filósofo impone el rigor de pensar. Y en eso se basa su sistema filosófico, que lejos de dictar lo que es la verdad, más bien se ofrece como una guía para que el lector piense y por sí mismo la descubra.
¿El filósofo de los rebeldes?
“El error ha hecho al hombre bastante profundo, para hacer proceder de él las religiones y las artes” dice otro de sus aforismos. El progreso humano no viene de la suma de aciertos, sino de la capacidad de sobreponerse y aprender del fracaso.
¿No son las artes y las religiones modos de comprender y dar sentido al hombre, de colocar la vida humana en un contexto más grande que nuestra cotidianidad? Y esta comprensión tiene la exigencia de pensar y enfrentar la vida con una actitud distinta: la de un hombre libre que toma las riendas de su destino.
Nietzsche no les habla a los rebeldes; sino a los hombres que quieren ser libres. Y resulta, como el mismo menciona en sus obras, que ser libre y ser rebelde son aspectos de la naturaleza humana que se entrecruzan, se confunden.
No busca al hombre capaz de contener todo el conocimiento, o el sabio iluminado con la revelación última: busca al hombre capaz de pensar y hablar libre de cualquier prisión, comenzando con las de su mente, con sus miedos y necesidades.
Es la filosofía de la voluntad humana: de creer en que los límites están para alcanzarlos e ir más allá, de que la verdadera naturaleza humana consiste en exceder las propias capacidades, precisamente derrotando la creencia de que no se puede hacer algo sólo porque es una creencia.
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